martes, 27 de enero de 2009

la paz.

El cómodo mundo de Sarah Jordan (Angelina Jolie), una ingenua americana residente en Londres, da un vuelco cuando Nick Callahan (Clive Owen) se cuela en un baile para recaudar fondos y hace un apasionado alegato a favor de los niños hambrientos de África. Atraída por Nick y su causa, Sarah abandona las comodidades de su residencia londinense para viajar a aquel destrozado continente, decidida a ver la realidad del mundo y experimentar la pasión que Nick ha despertado en ella.Pero Sarah no tarda en darse cuenta de la dura realidad de la vida de Nick cuando ve las condiciones en las que trabaja.F-. Phil Meheux.

***LA PAZ: Como cada año celebraremos el Día de la Paz. Como si fuera el único día del año que aún se nos permite hablar de valor tan importante. No obstante, y siguiendo unas extrañas normas político-gramaticales podremos decir “Sí a la paz”, y evitar cualquiera otra forma sintáctica que pudiera resultar sospechosa de qué sé yo.

Los colegios e institutos se llenarán de palomas blancas, de manos blancas, de fotografías de Gandhi y Rigoberta Menchu. Y haremos buenos propósitos de llevarnos bien, de no enfadarnos con los compañeros, de hacer el “paripé” y hacer ver que todo funciona bien, es decir, de una forma políticamente correcta.

En el otro extremo del mundo, se estará librando una guerra absurda de la que no conviene hablar. Igualmente, en decenas de países se estarán librando numerosos conflictos, que dejaron de ser noticia hace mucho tiempo. Porque lo que realmente interesa a quienes no aprendieron a disfrutar de su vida, es ocupar sus largos ocios en alcahuetear en la vida de los demás. Y claro, los medios también están sujetos al mercado, y el poderoso caballero de la oferta y la demanda dicta qué es y qué no es importante a los ojos del consumidor.

Este maquillaje de la realidad se ha convertido en algo habitual, incluso necesario. Teníamos pocas vendas, que además nos imponen otras que impidan ver tantos y tantos desaguisados sociales, porque la felicidad debe encumbrarse en la ignorancia, según los nuevos modos de esta sociedad.

Lavaremos nuestras conciencias en fecha tan señalada, como tenemos la ocasión de hacerlo cuando por ley se celebra el Día de los Derechos Humanos, tan venidos a menos, o el Día de la Música, tan aparcada en los planes de estudio. Pero habremos, en fin, sufrido la falsa catarsis que permite recordar durante un día y olvidar durante un año. Nos acercaremos a los medios para rescatar datos que justifiquen esta celebración, como si el mundo hubiera caído por arte de magia, en esta fecha, en una hecatombe. Pero, esas imágenes pasarán al olvido, como si el resto del año no existieran. Y celebraremos el que solo un día el mundo esté tan mal.

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